jueves, 12 de marzo de 2015

CONSCIENTES INCONSCIENTES

Caso real: Mujer joven de unos 30, que está en un proceso de “aprendizaje nutricional” (a dieta, para entendernos), gana en 15 días 1.5 kg y, con cara de OMG, dice que no entiende cómo ha podido pasar.

¿Posibles razones?
“He ido a andar 3 o 4 días (osea, 2 o 3).  Un día tomé unos buñuelos de bacalao porque los hice yo y quería probarlos, otro dos cucharaditas de ensaladilla, que mira que no soy yo mucho de mayonesa pero estaba ahí en la mesa… Otro día mi hermano hizo mousse de limón y comí un cuenquecito para ver cómo estaba… Otro un poquito de bizcocho de chocolate. Ah, y algún día suelto unas chuches y unas patatas fritas, porque total una bolsita no es nada.”

Muchas veces tomamos alimentos superfluos de pequeño volumen pero gran valor calórico y no somos conscientes de cuánto puede “pesar” eso en nuestro plan alimenticio.

¿De verdad no lo somos? Conscientes digo. Porque ninguna persona ajena al mundo de la alimentación o la nutrición tiene por qué saber cuántas calorías tiene tal o cual producto, pero todos sabemos, por norma general, que un snack salado, unas chucherías o una magdalenita NO son productos que nos debiera interesar consumir. No nos engañemos, es ampliamente conocido que se trata de productos llenos de ingredientes y calorías innecesarias.
Pero lo hacemos. Tomamos uno o dos a la semana, o a diario…
Por ansiedad, porque “estoy con la regla y me subo por las paredes”, porque “un día es un día”, porque “no tengo fuerza de voluntad”, porque “todos lo hacen y yo no me voy a comer una zanahoria”, porque, porque, porque… El por qué, opino, siempre está en la mente. Nuestro cerebro puede ser el mejor aliado o el peor enemigo. Debemos educarlo.

Sinceramente pienso que darse un capricho gastronómico una vez a la semana (por ejemplo) puede ser muy positivo. El que te guste, el que más tiempo haga que no tomas, el que a tu madre le sale tan bien, el que sólo se come en esta época o el que te apetece cocinar. Darte el gusto de disfrutar de un buen plato de lo que quieras, sin contar ni tener en cuenta nada. Una “mala comida” un día no hará que tus buenos hábitos se vayan al traste y puede reforzar mucho los ánimos para seguir adelante hacia una meta saludable.
Pero cuando el capricho esporádico se convierte en rutina, amig@, habemus problem. Y si encima no te das ni cuenta o, en el fondo, lo sabes pero no quieres ser consciente, puede que todo se eche a perder.

En conclusión, lleva la vida que quieras (si es una sana, mejor para ti), organiza tu alimentación y tus hábitos como te dicte tu conciencia. Pero, por favor, no te engañes y no intentes engañar, porque no abre ninguna puerta.
Sinceridad con nosotros mismos, lo primero.

Gracias por leernos, Nutrientérate.

(Laura Massía)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión siempre es interesante, ¡compártela!