Últimamente
en las redes sociales / restaurantes / zonas de ocio que suelo frecuentar veo /
leo situaciones que hacen que me plantee muchas cosas.
Escenas en
las que padres, la mayoría probablemente con la mejor intención del mundo,
tratan a los niños como seres muy inferiores, creyendo que solo “los mayores”
sabemos todo lo que hay que saber de la vida. ¿En serio? Porque yo tengo 24
años y sigo sin saber una mierda de nada.
Podría
extenderme mucho y poner ejemplos de distintos ámbitos de la vida en que estas
cosas ocurren, pero como este es un blog sobre alimentación y buenos hábitos,
me centraré en ello.
Con algunos
ejemplos reales y mis conclusiones, creo que llegaremos a entendernos todos mejor.
Antes de nada, debo decir que no soy madre (ni tengo un amor increíble por los
niños, la verdad), pero me gustaría que creáramos personas con sanos y firmes
valores e ideas.
EJ. 1: [Niño
en un restaurante: “Mamá, yo de postre quiero pudding de frutas”. Respuesta de
la madre: “Jaja, qué dices, si no sabes ni lo que es”.]
¿Y lo mejor
que se te ocurre es reírte de él? Quizá sería más productivo que le explicaras
lo que es y que, si sigue queriéndolo, le dejes pedirlo. A lo mejor le encanta
y se anima a probar otras cosas que nunca pensaría que le gustaran. O tal vez
lo pruebe, no le guste y no quiera comérselo. Pero, ¿a caso los adultos nos
comemos todo lo nuevo que probamos? A mí personalmente me encanta experimentar
platos nuevos, y no siempre acierto. Cuando esto pasa, puede que haga el
esfuerzo de comérmelo o tal vez a algún compañero de mesa le apetezca, o no, y
finalmente tendré que dejarlo en la mesa (Si lo dejas prácticamente intacto,
sin guarrearlo, seguramente algún camarero le dé buena cuenta cuando lo
recoja).
EJ. 2: [Niño en un restaurante:
“Quiero agua para beber”.
Respuesta de los padres: “Hemos
salido a comer fuera, pide una cocacola”]
Si te da vergüenza que el niño sea
más sano que tú mism@, aprende y calla.
La mejor bebida para acompañar una
comida es y será siempre el agua. Así que no animes al pequeño a tomar
productos poco saludables solo porque te parezca que beber agua en un
restaurante es de “tristes” (no se me ocurre otra razón para que alguien haga
eso).
EJ. 3: [Padres en un restaurante:
“Para el niño un menú infantil, que no le gustan las cosas raras”.]
¿A qué llamas cosas raras, a lo que
vas a pedir tú para comer? En un restaurante hay tanta variedad para elegir en
la carta normal, que dudo que el niño haya probado TODAS las cosas como para
saber que nada le gusta.
Diría que se trata más bien de ir a
lo fácil. De hacerte un poco el vago y elegir (de nuevo no dejando libertad de
elección personal) para el niño un plato muy palatable (lleno de rebozados,
embutidos, fritos y azúcares) con el que es más fácil que no te dé la tabarra
durante la comida. Pero es que amigo, tengo entendido que criar a un hijo no es
nada fácil, así que aplícate y échale ganas, no cara.
Una buena opción es elegir entre toda
la familia, platos para compartir, dejando que el niño “vote” por algunas
opciones y pueda probar lo que le apetezca. Así si no le gusta, podéis
acabároslo el resto. ¡Puede que os sorprendáis y tengáis que pedir más merluza
en salsa verde porque el peque ha chupado hasta el plato!
En todas las situaciones que he
resumido se ve totalmente coartada la libertad del niño. Podría poner mil
ejemplos más, pero creo que por hoy será suficiente.
Los niños son personitas pequeñas a
los que les queda mucho por aprender, y somos los adultos los que tenemos que
elegir la mejor manera de que lo hagan.
Me gustaría resaltar que trabajando
en restaurantes, he visto como la mayoría de los niños de otros países leen
solos la carta, consultan a sus padres lo que no saben y piden por voluntad
propia platos compuestos de muchísima
más verdura, hortalizas y alimentos saludables en general, que “los nuestros”.
Ahí lo dejo.
Para terminar, animo enérgicamente a
que demos “libertad controlada” a las nuevas generaciones para que aprendan
también un poco por ellos mismos, tomando sus propias decisiones.
Equivocarnos es humano y normal,
rectificar y mejorar es de sabios ;)
Gracias por leernos, Nutrientérate.
(Laura Massía)
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